Reseña del documental del Fyre Festival: Detrás de la cortina de un fracaso

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Fyre: La fiesta más grande que nunca sucedió - Crédito: Netflix

Fyre: La fiesta más grande que nunca sucedió - Crédito: Netflix



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Fyre: The Greatest Party That Never Happened está ahora en Netflix, y definitivamente vale la pena.

Con la mención del Fyre Festival, recuerdo más las redes sociales Schadenfreude. A través de Twitter y Tumblr en 2017, fui testigo de la sarcástica tormenta de memes, incluida la toma icónica del pan y el queso sin complicaciones que se presentaban como gourmet prometido y las tiendas de campaña de socorro disfrazadas de un buen alojamiento.

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En Netflix Fyre: la fiesta más grande que nunca sucedió , el director Chris Smith cubre la caída dominó por dominó de un ambicioso fraude que no tenía la intención de ser un fraude en primer lugar. Iba a ser un evento musical de escapada de lujo en las Bahamas, un gran éxito con grandes cabezas de cartel, un alojamiento lujoso y elegante y un trato de primera clase, o eso es lo que el marketing de redes sociales hizo creer a sus consumidores.





El documental Tipo te vende en las etapas iniciales de sinceridad antes de que todo se convierta en un caos. Comience con Billy McFarland, un emprendedor con un carisma tan atractivo que vendió a sus jugadores, él mismo también, a una visión desproporcionada. Fyre Festival se estableció para anunciar una aplicación de reserva de festivales de música. Desarrollaron la atención a través de imágenes de las redes sociales de la isla y modelos de bikini de alto perfil, incluida Kylie Jenner, para promover el festival.

En las primeras etapas, el marketing ofrecía algunas promesas con deleites visuales, pero la exageración mordía al equipo en la espalda. Los paquetes de entradas ofrecían espléndidas ofertas que ascendían a miles. Pronto, el festival quedó reservado. Pero a medida que aumenta la presión, el equipo prevé un desastre debido a la mala gestión. Los consultores advirtieron a McFarland que no siguiera adelante sin un plan estable, pero el incansable intento de mantener la farsa conduciría a una espiral descendente.



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Para cuando el telón del Mago de Oz de McFarland se derrumba el día del evento y los clientes se depositan en la isla, el caos se despliega al estilo del Señor de las Moscas, como lo expresa un entrevistado. Para los observadores de las redes sociales que no tenían miles de sobra y nunca pusieron un pie en Fyre Festival, fue fácil para ellos reírse y burlarse de las desgracias de los asistentes a través de memes centelleantes.

Si bien gran parte de las redes sociales se burlaban de los clientes que pagaban miles de dólares por promesas incumplidas, poco se decía de los trabajadores de las Bahamas a quienes no se les pagaba por construir la infraestructura. Momentos intensamente personales y desgarradores incluyen a Andy King, el productor del evento, que cuenta con malestar cuando McFarland lo presionó para que tomara uno para el equipo y le diera a un funcionario de aduanas para resolver un problema de agua (no sucedió, pero King se sintió listo para hacerlo).

Más devastador es el testimonio de Maryann Rolle, la dueña de un restaurante de las Bahamas que sacrificó sus ahorros de $ 50,000 para el día de la lluvia para alimentar a los asistentes descontentos y pagar a los trabajadores locales engañados por la empresa de McFarland. Tan pesados ​​son los minutos finales de su entrevista que la editora deja que la cámara filtre su avería, para dar una pausa al traumático trabajo que no fue compensado. Ella y los habitantes no remunerados de las Bahamas tienen una historia que merece más tiempo.



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